La uruguaya

Comencé 2024 con el argentino Pedro Mairal y La Uruguaya, su novela de 2016. Una narración brillante en primera persona sobre una jornada de 16 horas de ida y vuelta desde Buenos Aires al otro lado del Río de La Plata. En Montevideo Lucas Pereyra, un escritor entrado en los cuarenta planea hacer un retiro jugoso en dólares para evadir los impuestos argentinos. En medio de una crisis conyugal y financiera, el viaje promete el reencuentro con Guerra, una mina uruguaya más joven, que el escritor conoció meses atrás en Valizas. Huir a Brasil aparece en el horizonte en varios momentos como ese idílico lugar común de fuga. Regresa a Buenos Aires no siendo más el mismo que salió por la mañana, totalmente roto, con la certeza de la traición no consumada, o si?, del divorcio enunciado desde el comienzo, pero por razones no heteronormativas y la caída libre de una clase media que no se sustenta en una Argentina erosionada. Las promesas del viaje le han sido literalmente robadas, ni la mina, ni la guita, una mordida a lo Suárez. La historia es simple, pero la narración es un sofisticado y sarcástico viaje al interior de los pensamientos de Pereyra, que acompañan el trayecto desde el Buquebus hasta las calles de Montevideo. La novela es una visita a los lugares emblemáticos y a los no tanto de Montevideo que se vuelven los vericuetos de la vida adulta y las películas que Pereyra se hace en la cabeza. Homenajes a Zitarroza, Onetti, Peñarol, porros y alfajores me hicieron pensar en mi entrañable amiga Ariadne que me presentó su amor por Uruguay, y estoy segura se devoraría La Uruguaya no por las referencias comunes y algunas descripciones sobre ethos uruguayo, sino por la maestría con que Mairal se apropia del lenguaje y las sutiles diferencias que propone esa frontera rivera entre Argentina y Uruguay. Parece que hay una película inspirada en el libro, ni idea como verla, pero desde ya me quedo con la sensación que deja el libro: Las promesas que nos hacemos y que no nos cumplimos, la angustia que produce las diferencias entre aquello que somos y aquello que nos gustaría ser, entre la vida que imaginamos y la vidita que podemos, pero principalmente con la aceptación dolorosa y sincera de ser lo que se es.